Una de las actividades que podemos hacer aun, sin gastar un céntimo, es dar un paseo por la montaña. Y digo aun porque dicen aquello de “todo llegará” y la gente suele tener razón.
Salir un sábado o un domingo por la mañana y dirigirse a algún lugar tranquilo donde poder empezar una caminata es una de las mejores experiencias que una persona puede tener. Si además añadimos que esta ruta discurra por un bosque o montaña la cosa se pone aun más interesante.
El contacto con la naturaleza nos despierta sensaciones que duermen dentro de cada uno de nosotros y hacen que nuestros sentidos despierten.
El olfato: a todos nos ha ocurrido alguna vez, oler la hierba, la tierra o la resina de los árboles. Una sensación que se nos queda por mucho tiempo en la memoria y que pasa a ser uno de los buenos recuerdos de la salida.
La vista: los paisajes que podemos ver y que además podemos fotografiar con mejor o peor acierto nos ayudarán a recordar aquel momento. Acudir al mismo sitio en diferentes épocas del año es un acierto.
El oído: el sonido del agua corriendo por algún riachuelo cercano, los pájaros invisibles o el movimiento de las hojas con la brisa nos hacen estar atentos a todo.
El tacto: sentir el viento un día de calor o el cambio de temperatura al pasar bajo una sombra ayuda a disfrutar de la caminata; también cuando ponemos las manos sobre una piedra o la hierba cuando vamos a sentarnos para descansar.
El gusto: Este es uno de los que más satisfacciones puede darnos. Saborear frutos silvestres o recolectar setas, espárragos o moras es una actividad en sí misma. Vale la pena salir sólo esto.
¿Que día sales a dar un paseo?